La primera calesita argentina se instaló entre 1867 y 1870 en el antiguo barrio del Parque, que quedaba entre lo que hoy es el Teatro Colón y el Palacio de Tribunales, donde se encuentra actualmente la Plaza Lavalle. La misma había sido fabricada en Alemania, ya que hasta 1891 no se fabricaría una en el país. Esta primer calesita argentina fue construida por Cirilo Bourrel, Francisco Meric y un financista español apellidado De la Huerta, y fue instalada en la entonces plaza Vicente López.
La empresa que habían formado se disolvió a los pocos años, y sólo De la Huerta continuó fabricándolas. Solía vendérselas a los inmigrantes españoles con facilidades pago, para que tuvieran una fuente de trabajo apenas arribaran al país.
Si bien en la Argentina la generalidad de estos juegos son del tipo calesita, también pueden encontrarse algunos carruseles. El primer carrusel argentino fue fabricado por la empresa Sequalino Hnos, que había sido fundada en la ciudad de Rosario, por encargo de otra empresa, la CUMA - Carruseles Ultramodernos Argentinos La Salvia. Este carrusel funcionó por primera vez en 1943, en un terreno ubicado en la intersección de la Avenida Rivadavia y la calle Hidalgo. En 1946 fue trasladada al Zoológico de Buenos Aires, donde permaneció hasta 1979 cuando fue comprada por 19 mil dólares y trasladada a un predio que posee el Club de Leones, ubicado en la localidad de Ayacucho.
Cada calesita tenía un período de producción de alrededor de un mes y funcionaban con energía eléctrica, pero como también fabricaban para pueblos donde la electricidad no llegaba, algunas eran movidas por caballos. La fábrica que supo proveer de este juego a buena parte de la región, cerró definitivamente en 1984.
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