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lunes, 28 de agosto de 2017
El día de los experimentados
Dr Carlos Sandoval
Todos los 26 de agosto se celebra el Día del Adulto Mayor en el Perú en honor a la festividad de Santa Teresa Jornet de Ibrá, patrona de la ancianidad que murió en Valencia, España, un 26 de agosto de 1897.
Jornet fue fundadora de la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, obra que se extiende a Europa, América y África. En nuestro país opera en varias regiones, caracterizándose por el cuidado que les dedican a los adultos mayores en situación de pobreza.
Debido a la transición demográfica que está viviendo el mundo, en donde ha habido un dramático cambio de la composición de la población. De una población con muchos niños y jóvenes y pocos ancianos a otra de pocos niños y jóvenes y muchos adultos mayores.
Ha hecho que la población tienda a envejecer. En los años cuarenta, la esperanza de vida en el Perú era alrededor de los 40 años, mientras que para el 2016 la esperanza de vida se ha extendido a 74 años, siendo Lima y Callao las regiones con mayor esperanza de vida alrededor de los 80 años mientras que las regiones de Huancavelica y el trapecio andino están por los 55 años.
Esta diferencia entre una y otra región es preocupante y debería de ser un motivo de atención de las autoridades del país.
El proceso del envejecimiento es heterogéneo, no todos envejecen igual, vamos a tener personas que envejecen de manera exitosa llegando a los 60 años en excelentes condiciones físicas y mentales mientras que otros van a presentar un envejecimiento patológico llegando a los 60 años en pésimas condiciones físicas y mentales, (amputados, ciegos, en diálisis).
Lograr un envejecimiento exitoso va a depender de tres factores principalmente, el genético, se ha visto familias de nonagenarios (el menor de los hermanos tiene 90) y otras familias que sus miembros no sobrepasaron los 60 porque se murieron de algún cáncer. El segundo factor viene a ser los estilos de vida que llevó la persona, los estilos de vida saludables como el deporte, la buena dieta, sueño y los estilos de vida no saludables o mejor dicho los hábitos nocivos como el abuso de alcohol, tabaco y drogas.
Finalmente el tercero son los determinantes sociales, es decir, el lugar en donde le tocó nacer y desarrollar a la persona, si nació en un ambiente saludable, y gozó de buena educación, salud y accesos o si le tocó nacer y desarrollarse en un ambiente pobre, sin opción a la educación, etc. No es lo mismo nacer en el África Subsahariana que nacer en Suecia o Suiza, o no es lo mismo nacer en un distrito de clase alta en Lima como Miraflores o San Isidro que nacer en un pueblo joven sin agua, desagüe y con una mala educación.
El adulto mayor forma parte de los grupos vulnerables que son los que requieren de cuidado y protección por la comunidad y el Estado, lamentablemente ocurre lo opuesto en nuestro medio, el adulto mayor es discriminado y desatendido.
En julio del 2015 se promulgó la nueva Ley del Adulto Mayor 30490 que reemplazaba a la anterior Ley 28803. Uno de los aportes de esta nueva Ley es que penaliza el maltrato al Adulto Mayor y reconoce el 26 de agosto como el Día del Adulto Mayor, por lo tanto todas las instituciones del Estado que trabajen y traten con Adultos Mayores deberían de tomar con mucha seriedad este día y no pasarlo como un día más.
Así como se les exige a todos los ciudadanos y vecinos que coloquen la bandera nacional en todas las casas se debe de exigir que todas las entidades del Estado dediquen un espacio al adulto mayor esa fecha, para que tomen conciencia de este importante día. Que en las escuelas y colegios se les enseñe a los niños la importancia de esta fecha, para que cuando vayan creciendo vayan entendiendo la importancia que le deben de brindar al adulto mayor. En los hospitales deberían de haber marquesinas y periódicos murales en todos los servicios asistenciales y administrativos alusivos a esta fecha. En las páginas webs de todos los ministerios, en sus blogs un espacio dedicado al adulto mayor.
Otro concepto que debemos de desterrar de nuestra mentalidad es ver al adulto mayor como a una persona enferma y discapacitada, ya comenté que existen diferentes tipos de envejecimiento y la mayoría llega a los 60 años en buenas condiciones tanto físicas como mentales. Los adultos mayores a esta edad son personas que pueden aportar mucho a la comunidad, sobre todo brindando y enseñando la experiencia, lo aprendido en una vida, esa experiencia que no está en los libros ni se dicta en las universidades.
Por lo tanto, a toda la familia del diario UNO y mío en particular les deseo a todos los adultos mayores del Perú y en especial a los enfermos y más pobres un feliz día, y que sepan que cuentan con nuestro apoyo y solidaridad siempre.
Fuente:Diario Uno
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Adultos mayores llevan alegría con sus títeres
27 de agosto de 2017 - 00:08
- Por Natalia Muñiz
El grupo de titiriteros del hospital Piñero cumplió 10 años. Dan funciones en jardines de infantes de la zona del nosocomio. Ellos escriben las historias, buscan la música y arman los muñecos.
Las personas mayores son protagonistas 100 por ciento. Proponen los cuentos, escriben los argumentos, buscan la música, generan las letras, arman los títeres y la escenografía. Ellos son los verdaderos protagonistas” del taller de títeres para adultos mayores del Hospital Piñero, afirma su coordinadora, la terapista ocupacional Mónica Schwartz.
El grupo Los Títeres del Piñero acaba de festejar su 10º aniversario. Llevan a chicos y grandes con sus presentaciones en los jardines de infantes de la zona. También muestran su arte en jornadas y congresos de Gerontología.
“El promedio de adultos mayores que integran el taller son entre 12 y 15. Hay cuatro que están desde el principio. Las personas mayores participan de las propuestas como de la ejecución de las mismas”, destaca la profesional.
Schwartz agrega que el taller de títeres surgió de otro, de relatos, también para adultos y adultas mayores.
“Cada uno traía las historias que les contaban cuando eran chicos y luego narraron a sus hijos y nietos -explica-. Entonces nos pareció interesante plasmarlas en escena y con títeres. Así surgió la confección de títeres, primero de forma casera, y a partir de ahí no paramos”.
Asimismo señala que se trabaja en forma “intersectorial” porque articulan con “jardines de infantes de los distritos 8, 11 y 12” de la Ciudad de Buenos Aires.
“Nos presentamos en los jardines de infantes del área del hospital. Salimos una vez al mes a dar funciones. En cada presentación hay entre 200 y 250 niños, desde maternal o salita de 3 años -dependiendo del establecimiento- hasta preescolar. Los chicos tienen una respuesta y alegría... es fantástica. Y los titiriteros se van felices”, destaca.
Trabajo interdisciplinario
La propuesta comenzó en 2007 tras la asunción del doctor Roberto Pereyra como jefe de la Unidad de Geriatría del establecimiento. “Queríamos que se mire al hospital desde la salud y no desde la enfermedad, por lo que comenzamos a ver cuál era el tiempo libre que tenían las personas mayores que venían a la consulta, qué hacían el resto del día”, destaca el médico.
“Empezamos con un taller de relato, luego con eutonía, y se armó un grupo interdisciplinario (psicóloga, musicoterapeuta, kinesióloga, terapista ocupacional, expresión corporal) muy interesante. El de títeres es un taller que junta todas esas actividades: el movimiento, la expresión, la multiestimulación cognitiva”, explica.
En este sentido, Pereyra afirma: “No existe forma de trabajar la Geriatría que no sea a través de la interdisciplina. No se puede trabajar solo desde la receta, preguntar qué le duele y se va, sino que el profesional tiene que ver con quién vive esa persona mayor, cuál es la red que tiene, mirar más allá”.
“El arte es curativo”
La psicóloga Susana Avanzati, quien fue una de las fundadoras del grupo Los Títeres del Piñero, afirma que “se lanzaron osadamente al proyecto y fue creciendo. La propuesta es replicable en cualquier lado”. La profesional señala que uno de los objetivos fue “sacar al adulto mayor del lugar de paciente que ocupa en los hospitales: quedarse sentado, hablar con el de al lado sobre qué pastillas toman, o yendo de especialista en especialista”.
“Dentro del hospital están muy atados a lo que es la salud física y el objetivo es demostrar que desde la creación, el arte y el trabajo en conjunto se construyen lazos afectivos, así como la importancia de tener un proyecto, salir a la comunidad, como este taller que va a los jardines de infantes y tiene una recompensa maravillosa: la risa y el aplauso de los chicos”, remarca.
También destaca que es “muy movilizante para las maestras porque se acuerdan de sus abuelas, mamás o de quienes les contaban cuentos”.
“Es un lujo”
Por su parte, la titiritera Estela Almirón integra el taller desde su creación. “Una amiga me dijo que estaban organizando un taller de relatos y me interesó. Y los títeres empezaron de esa manera. Al principio leíamos cuentos, conversábamos. Yo contaba que mi mamá le contaba a mis hijos historias que luego yo le conté a mis nietos, y una vez se nos ocurrió teatralizarlas. Comenzamos con títeres chicos, con pocos elementos, y de a poco fue creciendo”, comenta.
Almirón afirma que “se armó un hermoso grupo y somos millonarios porque es un lujo poder hacer esto”.
“Yo trabajé fuera de casa como administrativa, también crié a mis hijos, y estas son asignaturas pendientes porque lo que una menos se imagina es que puede llegar a actuar, escribir un argumento, ser creativa, y es muy lindo y levanta el ego”.
El taller de Títeres se realiza los miércoles de 9 a 11.30 en la División de Salud Mental, Unidad 19 y 20, planta baja, Hospital Piñero, Varela 1307 (CABA).
Los riesgos de la soledad en la vejez
Pocas veces consideramos que la insuficiencia de redes sociales, sentirse solo y poco integrado, puedan implicar consecuencias más allá de lo psicológico. Sin embargo las últimas décadas han sido particularmente prolíficas en investigaciones que muestran la relevancia que tienen estas carencias en el estado de salud general, el declive funcional y aún en el riesgo de mortalidad. Una publicación en la revista Heart alertaba que la soledad y el aislamiento social incrementan hasta un 30%, el riesgo de padecer una cardiopatía isquémica o un ictus (Valtorta y otros, 2016). Así como sentir una soledad extrema en la vejez puede aumentar en un 14%las posibilidades de muerte prematura (Cacioppo, 2014).
En este caso quisiera referirme a sus implicaciones en los adultos mayores y a un factor menos conocido, su relación con las demencias.Para su análisis es importante aclarar la diferencia que se establece entre aislamiento y soledad. El primero es un indicador objetivo de integración social, asociado a la falta de relaciones familiares, amistad, vecinos o personas con quien contar.
El segundo, no implica necesariamente carecer de redes sociales, sino que los vínculos no producen satisfacción, ya que no resultan lo suficientemente cercanos ni brindan la confianza anhelada. Es decir, el sentido de la soledad, en este caso, se asocia con sentirse poco integrado al medio, muy distinto a la soledad como una opción.
Desde hace algunos años se halló evidencia de que la integración social se encuentra asociada con tasas reducidas de deterioro cognitivo a edades más avanzadas, y que el aislamiento social puede contribuir al aumento del riesgo de demencia. Para lograr un conocimiento más concluyente se buscaron investigaciones longitudinales, es decir a lo largo de un período de tiempo, que corroboren la relación de la soledad y el aislamiento con respecto a las demencias.
Rafnsson y otros (2017) tomaron el Estudio Inglés Longitudinal sobre Envejecimiento, realizado durante 6 años, con el objetivo de probar si la soledad y los diferentes aspectos de la integración social (estado civil, número de conexiones estrechas y un índice de aislamiento social), se asocian con demencia futura, independientemente de otros factores considerados de riesgo como la cognición inicial, la educación, la salud física, la depresión o la inmovilidad.
Los resultados de este estudio reportaron datos de gran importancia. Algunos de estos, quizás más conocidos por otras investigaciones, mostraron que la distribución afecta más a quienes no tienen pareja, a mujeres, a personas con menor nivel educativo y económico, así como a los más propensos a tener hipertensión, diabetes, accidente cerebrovascular y cardiopatía coronaria.
Lo que reveló esta investigación es que la soledad se relacionó de manera directa, e independientemente de otros factores de riesgo, con una mayor probabilidad de desarrollar demencia, mientras que el aislamiento social no. Estos hallazgos fueron consistentes con dos estudios previos que mostraron las mismas tendencias.
Algunas de las razones que podrían explicar esta transformación del dolor psíquico en un daño orgánico específico, van desde factores asociados al estrés de sentirse más solos, que genera la activación de mecanismos neurales y endocrinos, ante la cual puede haber una carencia de recursos para amortiguar dicha respuesta; el aumento de hábitos nocivos que pueden entrañar la soledad, como no hacer actividad física, el tabaquismo o el alcohol, entre otros, o la carencia de contactos que limitan la actividad cognitiva. Factores que pueden provocar lesiones permanentes a nivel biológico que pueden culminar en las demencias.
Esta investigación brinda nuevas respuestas al enigmático dolor humano y su inevitable interrelación entre lo psicológico y lo físico. Pero también permite despertar a la población frente al riesgo que conlleva la soledad en la vejez. Muchas veces más preocupada en cuidar los cuerpos que sus vidas, en un sentido más amplio e integrador, o en considerar que se evita la soledad por el simple hecho de vivir con otras personas.
Una mayor comprensión de las diferentes dimensiones de la soledad y el aislamiento, debería ayudar al desarrollo de políticas sanitarias que atiendan esta población y den seguimiento a estos procesos a lo largo del tiempo. Las intervenciones diseñadas para reducir el aislamiento pueden tener enfoques diferentes a las destinadas a aliviar la soledad y proporcionar un mayor sentido de pertenencia. Cuando una persona puede encontrar en el otro un apoyo seguro, capaz de ajustarse a las características personales y a las necesidades situacionales, permite reducir el impacto del estrés eliminando o reduciendo los factores perturbadores y reforzando los recursos individuales.
Las largas vidas que nos ofrece este momento histórico son un privilegio al que no podemos llegar, ni como personas ni como sociedad, desconociendo sus desafíos y sus oportunidades.
Ricardo Iacub es Doctor en Psicología (UBA), especialista en Tercera Edad
Publicado en Diario Clarín
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