La llegada del mes de diciembre
para muchas personas es especial, porque se acerca fin de año, es el cierre de
un ciclo, comienzan las despedidas, pero principalmente es la llegada de la
Navidad. Sin embargo, aunque sea una fiesta en la que por tradición nos hacemos
intercambio de regalos, poco sabemos sobre la importancia de ella y los
significados de todo lo que hacemos previamente para llegar a la Nochebuena y
disfrutar en familia.
Existen diferentes versiones que
explican éste hecho. Principalmente, "armar el arbolito" no es una
tradición original de los cristianos, sino que proviene de Alemania y se ha
confirmado a lo largo de la historia que muchas culturas han decorado árboles a
modo de ofrenda para sus deidades.
Una de las tradiciones afirma
que la tradicional estrella en la parte más alta del árbol representa la
estrella de Belén y simboliza la fe del cristianismo. Los adornos, que se cree
que originalmente eran manzanas, representan el pecado original y las
tentaciones, y las luces (velas, inicialmente) representan la luz de Jesús.
Cuando estos pueblos fueron
evangelizados, los conversos tomaron la idea del árbol para celebrar el
nacimiento de Cristo pero cambiándole el significado. Fue en el año 740, que
San Bonifacio -el evangelizador de Alemania e Inglaterra- reemplazó el roble
por un pino como símbolo de amor eterno de Dios y de vida eterna. A su vez, la
forma de triángulo representa a la Santísima Trinidad.
Con el paso del tiempo se fueron
cambiando las manzanas y las velas por las bolas de colores y las luces. Esa es
la versión más conocida y difundida, pero también, existen otras versiones,
entre ellas está la de Martin Lutero.
La costumbre de armarlo el 8 de
diciembre, Día de la Inmaculada Concepción de María, se adjudica a que el Papa
Pío IX en esa fecha de 1854 en su bula Ineffabilis Deus, proclamó que María “por
un privilegio único, fue preservada de la mancha original desde el primer
instante de su concepción”. No existe una relación directa entre éste hecho y
el armado del arbolito, pero la costumbre se afianzó con el paso del tiempo.
Lo importante es que ésta no es
una fiesta más, que además de todos los preparativos de los regalos, la comida
o la ropa que se va a estrenar para ese día debemos preparar nuestros corazones
para recibir a ese Niño Jesús que año tras año renueva la fé y la esperanza de
quienes creen en él, y en lo posible compartir con aquellas familias que no
tienen nada. Ése es el verdadero espíritu y significado de la Navidad.